viernes, 1 de diciembre de 2006

29.LAS VENTAJAS DE SER CURA EN KENYA

Yo pensaba que todas las misiones estaban situadas en los barrios marginales, encontrarme esa pedazo de mansión en un barrio residencial fue una sorpresa. Un jardín con fuentes y bonitas vistas, ordenadores modernos, sala de estar decorada con glamour… Allí nos recibieron los jesuitas armados de folletos y libros para mostrarnos su labor en cuanto al sida, os resumiré en breves palabras todo un discurso bien estructurado de una hora: hacen mítines, forums, escriben libros y se dedican a pensar sobre ello. El padre Danielle y Gino no tuvieron piedad en el turno de réplica. Yo comprendí que esa gente no había visto un enfermo de sida en su vida, ni prestaban atención a las familias, ni proyectos, ni nada. Vivían la vida padre a costa de sus estudios sobre el sida mientras cientos de personas morían a escasos metros de su puerta. Tras el coloquio que supieron dominar con toda la diplomacia y el buen hacer, nos invitaron a una buena cena. Nos echamos unas risas con esto de que placentero es un retrete donde puedes sentarte (por ciento que yo fui dos veces). Bromeando les dije a Dennis y Crysantus que por fin comprendía porque querían ser jesuitas. El silencio que prosiguió tras mi chiste, me dio a entender que lo que había dicho no era ninguna tontería. Pensándolo bien, aquí en Kenya si procedes de una familia humilde, te puede compensar el hacerte cura. Tienes los estudios universitarios pagados, un nivel de vida elevado, protagonismo social, actividad llevadera, vida cómoda y reconocimiento y admiración por parte de la gente (poder). Y si la vida de cura es demasiado dura, te puedes plantear dejarlo a mitad de camino. Hay un par de historias que son la vergüenza de los religiosos aquí; hace no mucho, al norte del país, murió un obispo a manos de un sacerdote al que se piensa que pilló robando dinero o con asuntos sucios. Hace unos años otra historia semejante acabo en el asesinato de otro superior. Es cierto que son casos aislados, y que no pueden empañar la labor que hacen los religiosos en Kenya, pero también es cierto que pese a las medidas de prevención, la iglesia aquí no escapa a ese olor a podrido que expiden todas las instituciones del país.

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