lunes, 11 de diciembre de 2006

47.TURISMO SOLIDARIO: SE COBRAN ENTRADAS PARA VER A LOS NEGRITOS

Pese a la repetitiva propaganda del catequista rendile de las bondades de su tribu y lo malvados que eran los borana, no se percibía ningún asomo de toda la problemática de las tribus en ese apacible y tranquilo poblado de pastores. Se escuchaban los pájaros, y había todo tipo de animalillos, como los escarabajos peloteros que eran algo increíble, yendo de un lado a otro con las bolas de caca de vaca (habría que hacer un monumento en Kenya a la caca de vaca que sostiene las casas de las aldeas –en una mezcla de palos y barro- y a tantas sociedades de insectos africanos). Debajo de un árbol enorme, la hermana Alberta hablaba con las mujeres, mientras Betta estaba con los niños. Lo único que molestaba en ese lugar era la queja y la intervención bochornosa del grupo de italianos que de la noche a la mañana se habían convertido para mí en un soberano coñazo (mas claro el agua). Y es que a veces los europeos damos aquí un espectáculo bochornoso. Como todo era tan primitivo ("guarda que casettina!", "que esquifo!") y todo les daba tanto asco se olvidaban que las gentes de allí eran seres humanos para tratarles como animales de zoológico. Con sus cámaras de fotos captaban todo lo que les daba la gana, no importaba si era el interior de las cabañas, a la gente trabajando, y sobre todo a su víctima favorita: los niños. Como habían comprado grandes bolsones de caramelos los repartían, y les pedían que sonrieran mientras les metían la cámara casi en la boca para sacar sus ansiados primeros planos. Y decían: "Ay pobrecitos, mira como van vestidos…", lo peor es que se sentían superbondadosos y supermegacomprometidos por haber ido a África a ver a los negritos y darles sus caramelos de sabores, porque eso si, eran cristianísimos de la muerte. No me dejaron hacer el video tranquilo pues estaban deseosos de estar en el centro de los actos e integrarse en los bailecitos y las cancioncitas. A mi me daban ganas de meterles el bolsote de caramelos por la boca y de golpe a ver si se atragantaban, y eso debió pensar una aldeana a la que se pusieron a hacer fotos mientras iba cargada de maderas a su espalda, porque cogió una piedra para lanzársela. Por desgracia, intervinieron las hermanas y se zanjó el asunto con unas disculpas. Advirtieron a los italianos que no hicieran fotos que a ellos no les gustaría que le hicieran en Italia (imagina a un negrito entrar en tu casa y empezar a fotografiarla), a lo cual hicieron mas bien poco caso. Lo peor de esta gente que estrenaban "modelito safari" para sus excursiones, es que eran absolutamente ajenos a su ausencia de respeto por las gentes de la zona. Dentro de la tarea del misionero está el acoger a los donantes que visitan los proyectos, lo cual veía claramente que podía ser una molestia tremenda. Lo peor para mí, es que estaba dentro del Pack de visitantes a los que hay que llevar de paseo y llevaba mal esto de sentirme una molestia, algo que sentí en Korogocho y en toda mi estancia en Marsabit. Puede que incluso peor que eso fuera que de algún modo pudiera reconocer actitudes propias en sus comportamientos, o comportamientos exagerados de cosas que yo podía haber dicho o hecho con anterioridad. Esos días en Marsabit iban a ser toda una lección magistral sobre lo que no debía hacer y de las perversidades de nuestra cultura occidental.

1 comentario:

urbanistic speculator dijo...

Cuanta razón tienes. A veces se me ocurre que la mejor manera de ser solidarios con África o con quien sea es dejarlos en paz de una p. vez.