lunes, 11 de diciembre de 2006

46.CONFLICTOS TRIBALES

Las masacres en Rwanda, alrededor de 1994, enfrentaron a las dos tribus del país, Hutus y Tutsis, dando lugar a una de las tragedias de mayor magnitud del mundo moderno. En Kenya hay 24 tribus con enrevesados conflictos entre ellas. A escala nacional se advierte una tensión latente. Como país no existe cohesión interna ninguna, pues se prioriza claramente el sentido de pertenencia a la tribu, lo cual se puede convertir en una bomba en cualquier momento, máxime si los políticos siguen haciendo el juego irresponsable de favorecer a la tribu a la que pertenecen como ocurre ahora. Muchas veces cuando escribo mis impresiones soy consciente de que muchas de ellas pueden ser erróneas, estar incompletas, o que solo abordan la superficie. En este caso, procuro ser cauto en lo que digo porque la realidad es tan compleja como difícil de analizar. A grandes rasgos el primer presidente desde la independencia (Kenyatta) favoreció a su tribu, los kikuyu, logrando un alto nivel de cohesión y educación. El segundo presidente (Moi), era Kalenyi y son conocidas las deportaciones e intento de debilitar a los kikuyu por ser una fuerte oposición. El actual presidente (Kibaki) ha creado tensión beneficiando a su tribu (kikuyu), y colocando una mayoría de de gente de la tribu en cargos de poder. Los Kikuyu son la tribu más numerosa, protagonistas de la historia de Kenya independiente, y han sido agentes de la corrupción. Los Luos son los intelectuales, la segunda tribu en número, cohesión y educación, habiendo una tensión manifiesta con los kikuyu. Los Masai son símbolos de la cultura y tradición, por sus bailes, vestimentas y rituales, siendo el guerrero masai todo un icono del país. Kambas y Luhyas son numerosos y participativos en política, pero más moderados y pacíficos, los Borana son orgullosos y distantes, Samburus y Rendiles alegres y acogedores, los Turkana son considerados sucios y primitivos. Y así, cada tribu tiene sus señas de identidad, "alianzas" y "enemistades".
A escala regional la cosa empeora. En los poblados la mayor riqueza del hombre son los animales de granja (vacas, cabras…), y todo comienza con el robo de animales, o ajustes de cuentas entre miembros de tribus fronterizas. Las revanchas agudizan las hostilidades y al no existir policía, ni justicia (de facto) la cosa suele acabar en tragedia. El año pasado Jesús Lobato y el padre Juversinho fueron trasladados de la misión que tenían en un poblado al norte de Marsabit tras las matanzas. Otro misionero que llevaba una furgoneta llena de personas de la parroquia fue detenido en la carretera por unos bandidos que sacaron a todos y los mataron, dejando solo al misionero con vida. Y aquí no se discrimina, se matan a mujeres y niños. Y si no hay armas, se utilizan palos y piedras. La labor del equipo pastoral donde participan los religiosos ha sido muy dura e intensa, y se pensaba que se habían conseguido resultados. Lo del año pasado ha supuesto un mazazo tremendo para la moral de los que trabajan por la paz en la zona. Según la hermana Betta, la situación se agrava por la entrada de dos nuevas variantes. En primer lugar la llegada de la política y el "poder" de dirigir las regiones ha creado una nueva competición entre tribus que procuran que sus miembros alcancen cargos importantes para poder sacar beneficio de ello y perjudicar al enemigo. En segundo lugar, el nuevo mercado de las armas de fuego ha facilitado la tarea de matar (los famosos, baratos, y efectivos Kaleshnikovs): te escondes detrás de la maleza y sólo necesitas apretar el gatillo. Alguna vez nos encontramos por las carreteras pastores que llevaban colgados al hombro los enormes fusiles. Uno de ellos, de unos 17 años nos miraba fijamente mientras mascaba un tipo de hierba. Tenía una cara de paleto impresionante. Dirigía a un grupo de cabras con un palo, mientras el fusil, colgado al cuello, se balanceaba pesadamente bajo su brazo derecho. Solo verlo daba tanto miedo que parecía recién salido de una pesadilla.

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