viernes, 1 de diciembre de 2006

32.PEOR EL REMEDIO DE LA ENFERMEDAD

Tenía yo el cuerpo raro, pero el ánimo bien arriba, estaba con una confianza en mi mismo y unas ganas de trabajar inéditas. Sin embargo esa noche no pude dormir por las extrañas pesadillas en las que parte de mi familia y de mis amigos estaban conmigo aquí y morían a manos de bandidos en la puerta de la misión. Estas alucinaciones eran parte de los efectos secundarios de "Lariam", la pastilla que semanalmente me tomaba para evitar una posible malaria, y que el gobierno te da gratuitamente cuando vas a un país de riesgo. No existe la vacuna contra este mal, ni tampoco ayudas a la consecución de la misma. Algunos investigadores (en el libro que me dejo el padre John) cuentan su dura experiencia sin medios, mientras los laboratorios farmacéuticos destinan fondos a cuestiones de muchísima menor relevancia, mientras se lucran con toda la gama de fármacos que además te proporcionan todo tipo de efectos secundarios. Hay personas que lo toleran bien, pero a mi me dejaba el cuerpo regular y me creaba insistentes pesadillas, por lo cual, decidí dejar de tomar la pastilla, de la que además la gente aquí hablaba fatal y había incluso experiencias de muerte. Mi guerra particular contra los mosquitos cobraba nuevas e interesantes dimensiones.
Y en lo que respecta a vosotros, amigos y familiares queridos del alma, me gustaría que prometierais que no vais a morir hasta dentro de muuuuucho, a poder ser después de mi, y de hacerlo antes, que seáis discretos y silenciosos, tras haber acumulado una abultada herencia a repartir entre pocos. Es difícil hacer una broma de esto, no sabéis lo mal que se pasa.

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