lunes, 4 de diciembre de 2006

34.Día 14: LA ÚLTIMA CENA

Encarnita y Danielle no llegaban a encontrarse para hablar de mi situación, ella estuvo fuera unos días, el otros, y estaban de lo mas atareados. Lo que estaba claro es que a Danielle no le hacia la menor gracia que estuviera trabajando con las hermanas, y lo de Marsabit aunque en un principio pareció conforme, luego soltaba comentarios desagradables sobre mi intención de hacer turismo o de estar en un hotel. Decidí tomar la iniciativa, y como era imposible pillar al padre Danielle para hablar a solas y tranquilamente lo dispuse todo para irme a Kariobangi (Encarnita ya me dijo que la habitación estaba lista si me iba). Quise hablar con el padre John, pues esa situación no me gustaba. El estaba contento de que hubiera encontrado proyectos con los que conectaba y ya estuviera manos a la obra. Me dijo que dos meses era poco tiempo para andar preocupándome por tonterías y que daba igual el sitio, lo importante eran otras cosas. La misión para el era un hogar donde se acogía a todo el mundo, y mas si se venia a colaborar. Agradeciendo el consejo dedique la tarde ha hacer una suculenta cena de tortillas y cocina española, (a las compras tuvo que venir Crysantus conmigo, pues me querían timar en todos sitios) y como además esa noche venia otro misionero que trajo salami y vino, os podéis imaginar el festín, acostumbrados como estaban a la comida de piso de estudiantes: le hicieron fotos y todo (tenían tecnología escondida en un cuarto secreto incluso para mi, cuya pieza mas preciada era un ordenador). El caso es que fue una noche alegre donde pude finalmente agradecer la acogida y disponer mi marcha al día siguiente con motivo de mi partida a Marsabit en la madrugada dos días mas tarde. No se puede decir que me diera pena, pero echaría de menos el bullicio y encanto de esa casa, el estar en el ojo del huracán y las visitas constantes. Aun así, no me arrepentiría ni un segundo, de ninguna de las decisiones que había tomado.

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