lunes, 11 de diciembre de 2006

50.CIUDADANOS DE SEGUNDA CATEGORÍA (segunda parte)

Como era domingo, fuimos a la misa del padre Juversinho en Karare. Allí era la misma fiesta de bailes y canciones que en Korogocho. La hermana Ornella tenia un pequeño espacio en el cual hablaba de un proyecto de niños que se ayudaban entre sí. No comprendí nada (hablaba en swahili), pero teníais que haber visto como se ganaba la atención de la gente, y las risas que levantaba. Esa mujer tenia un don, poseía una inteligencia especial y era extremadamente perfeccionista incluso para expresarse. Daba gusto escucharla porque hablaba con el corazón y la cabeza a partes iguales, y por eso, yo me arrimaba a ella en cuanto podía para hablar de cualquier cosa. Mientras comíamos hablábamos sobre la mujer en África. Ella me contaba como las monjas podían colarse en lugares donde los hombres no serian bien vistos, y trabajar desde dentro. Sin embargo decía que a veces costaba dar testimonio de una idea de igualdad, cuando ellas dentro de la iglesia vivían, de hecho, sin los mismos derechos que tenia el hombre. Me alegró que hablara de esto, pues yo, por discreción no me atrevía a preguntar y desconocía si era un tema tabú. Me contó que el discurso dominante era que Dios creo a hombre y mujer a su imagen y semejanza, y que ambos debían poseer los mismos derechos, pero de facto, en la iglesia las mujeres eran personas de segunda clase y el que no tengan cabida en los órganos de decisión parece un disparate, pues al menos en cuestiones africanas, trabajan tanto o más que los hombres. Pese a la crítica tranquila y reflexiva que hacia Ornella, reconocía que el ámbito misionero era el más igualitario de todos. Yo desconozco los motivos teológicos para esta diferenciación, en Kariobangi la hermana Encarnita hablaba de estos temas con todo el desenfado y despreocupación, y no creía en los motivos teológicos, sino en motivos de ideología e historia machista. Con respecto al sacerdocio decía que el argumento de que los apóstoles eran todos hombres no le valía, y que de hecho, fueron las mujeres las que acompañaron a Cristo hasta la muerte mientras que de todos los discípulos solo se quedó uno "espichao" (creo que esta fue la palabra que utilizó pero no estoy seguro). En fin, supongo que expresar mi opinión acera de estos asuntos es meterse en un terreno ajeno del que no puedo hablar con propiedad, pero no pude evitar el pensar como seria una misa impartida por la hermana Ornella. No es que sepa mucho sobre misas, porque no es mi costumbre asistir (aunque aquí en África estoy dedicando mas tiempo a ello, que en mis últimos quince años de vida), sin embargo, en honor a la verdad, la misa que visualizaba en mi cabeza con la hermana Ornella y su vestimenta litúrgica, era una auténtica preciosidad.

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