miércoles, 22 de noviembre de 2006

14.SESIÓN DE CINE

No me dio tiempo ni a dejar mis cosas, estaba a punto de empezar la sesión de cine que el padre Danielle había preparado como todos los Domingos, en este caso sobre el profeta jeremías, el jesuita súbitamente recuperado de la malaria me llevó corriendo por esas calles de barro y basura a la iglesia. Parecía majillo, desde luego era muy sonriente y alegre. Me dijo que las normas de la casa eran no llevar chicas ni chicos a dormir, y no tocar música por las noches, su nombre: Dennis. Ya en la iglesia (un edificio grande lleno de pinturas muy coloridas) me oculté en la oscuridad de toda la curiosidad que despertaba entre los niños un blanco como yo en un sitio como ese. La película era un telefilme europeo un poco casposo pero bien realizado, pero lo bueno estaba por llegar: el pobre profeta Jeremías no paraba de sufrir penalidades, hasta que lo expulsan de la cárcel y lo tiran a suelo con el consiguiente porrazo. La sala estalló de júbilo y hubo una carcajada general, y el pobre jeremías con esa cara de desolación el pobre, yo me moría de la risa, pero esto solo era el principio, en otra secuencia unos pobres le roban el pan al desesperado profeta, la gente se moría de la risa. Una vez destruido el templo de Israel, Jeremías se acercó a las ruinas con una mirada de absoluta desolación (en primer plano) la gente llegaba a aplaudir de la emoción; parecía que aquella mirada era la del director que observaba al público, que a su vez respondía a su creación artística de una forma totalmente opuesta a la pretendida. Fue divertidísimo.

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